miércoles, 22 de julio de 2009

Lecturas diversas

La disciplina de escuchar (Benjamín Disraeli).

En el colegio aprendemos a saber hablar, en cambio nunca nos enseñaron a saber escuchar, que es una de las habilidades más necesarias en el mundo de la empresa. Es muy común que todos tengamos algunos prejuicios. Por ejemplo, si somos ejecutivos muy preparados podríamos pensar que un subordinado que tiene pocos estudios no es muy inteligente y, por lo tanto, no merece la pena escuchar sus aportes. Sigamos el concepto del ermitaño de esta historia: abandonemos nuestros fardos de prejuicios y así tendremos una actitud más humilde que nos permitirá escuchar y aprender más.

Para saber escuchar no solamente se necesita oídos (William McChesney).

Saber escuchar es más que tener la capacidad física de oír las palabras de los demás. Es, principalmente, poseer la capacidad de dejar de oír nuestras propias palabras. El ser humano no ve la realidad tal como es, sino como la imagina a través de sus prejuicios. Hay que cuestionarlos y evitar que nos obstaculice la posibilidad de escuchar y aprovechar oportunidades.

Jugando al teléfono malogrado (Dorothy Nevill).

Actualmente se ha ganado mucho terreno controlando ecológicamente las emisiones toxicas de las fabricas. Sin embrago, dentro de las organizaciones todavía falta mucho camino por recorrer en el control de las “emisiones toxicas” que abundan en la comunicación de algunas personas. Hay que dejar de lado todas las equivocaciones, la negatividad y los conflictos. En el interior de cada ser humano hay un maravilloso diamante que hay que aprender a descubrir.

El efecto pygmalión (Johann Wolfgang Von Goethe).

Lo que piensan otros sobre nosotros mismos es igual de importante, tal como lo demuestran algunas investigaciones. Según la mitología griega, Pygmalión, rey de Chipre y escultor, intentando crear una mujer perfecta y a su medida, se enamoro de la hermosa figura que esta esculpiendo. Afrodita, diosa del amor t de la belleza, convirtió esta estatua en una mujer llamada Galatea e hizo realidad el deseo del monarca.

Tenemos que mirar más allá de la realidad y observar el movimiento en nuestra propia mente; debemos ser muy conscientes del proceso de formación de prejuicios en nuestro intelecto. Antes de emitir un juicio mental negativo sobre una persona, debemos cuestionarlo. Los estudios demuestran que, si uno cambia su forma de pensar, las personas involucradas (subordinados o alumnos) tendrá mucha más posibilidad de transformarse.

El silencio de los no inocentes (David Fischman).

Muchos ejecutivos permanecen en silencio en las reuniones sin decir lo que piensan: algunos por temor a las consecuencias, y otros para no mostrarse discordantes. Con esta situación los que pierden son la empresa, el jefe y el subordinado, es decir, las demás personas.

El resentimiento de las personas no es gratuito: tiene un costo y le pasa factura al líder cuando menos se lo espera, a través de sabotajes, conversaciones a sus espaldas o desobediencia. Sin embargo, lo más grave es que las opiniones de los subordinados que muchas veces pueden salvar al líder y a la empresa.

Los subordinados no se deben de dejar arrastrar por la corriente de querer pertenecer, de buscar estatus o de tener buenas relaciones con todos. Nuestra responsabilidad es con la empresa y con su bienestar. Hay que cuestionar y expresar nuestros comentarios discordantes de forma asertiva, no sólo nos haremos un favor para evitar resentimientos, sino que estaremos cuidando las espaldas a nuestro propio jefe.

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